INTRODUCCIÓN
La fragilidad inherente a nuestra condición humana nos enfrenta, en algún momento de la vida, a la necesidad de recibir ayuda para realizar actividades básicas como vestirse, caminar, alimentarse o mantener la higiene personal. Este hecho, que puede parecer lejano en nuestra vida cotidiana, se convierte en una realidad palpable para muchos, que dependen del apoyo de otros para preservar su dignidad y calidad de vida. En la mayoría de los casos, esta asistencia proviene de familiares cercanos, quienes, con dedicación y sacrificio, brindan un cuidado continuo y profundo. Sin embargo, la realidad demuestra que estas atenciones, aunque bien intencionadas, no siempre logran satisfacer por completo las necesidades de quienes las reciben, dejando vacíos que afectan tanto a la persona dependiente como a su entorno. Para abordar esta situación, tradicionalmente se ha recurrido a un modelo asistencial centrado en el déficit, en el que el cuidado uniforme y estandarizado se ha convertido en la ...