IV. PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA DE LA PERSONA
Hay que tener en cuenta que la dependencia se define en relación con la autonomía personal. Cuando una persona experimenta una disminución en su autonomía, ya sea por razones de salud, edad o circunstancias particulares, puede generar una mayor dependencia de otros para llevar a cabo actividades esenciales de la vida diaria.
En este sentido, la autonomía podría definirse como “la
capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones
personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias
propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.
Promoción de la autonomía a través del Modelo Centrado
en la Persona
Tradicionalmente, la atención a las personas dependientes se
basaba en un modelo centrado en el servicio, donde el usuario se convertía en
agente pasivo, sin la capacidad de decidir libremente sobre su cuidado. La
atención tenía un carácter sanitario, enfocado sobre todo en las limitaciones y
déficits de la persona.
Gracias al avance de corrientes como la psicología
humanista, liderada por figuras como Carl Rogers y Abraham Maslow, y enfoques
éticos como la ética de las capacidades y del cuidado, representadas por Martha
Nussbaum y Carol Gilligan respectivamente, se ha producido un cambio
significativo, colocando a la persona en el epicentro de todo el proceso
asistencial y priorizando al máximo su autonomía y sus derechos.
A partir de estas corrientes, surgen los principios éticos y
criterios de atención integral, el concepto de calidad de vida y un nuevo
modelo centrado en la persona. Ahora el usuario cobra un papel como agente
activo ya que, a pesar de las limitaciones, se tiene en cuenta sus opiniones,
necesidades y decisiones sobre la atención y el cuidado. Este nuevo modelo
establece que el trato y la atención deben individualizarse, respetando sus
derechos y enfocando la intervención en las capacidades, recursos, motivaciones
y decisiones propias de la persona.
Se trata, por tanto, de mejorar la calidad de vida de las
personas dependientes ofreciendo una asistencia más completa en la medida que
lo necesiten sin llegar a ser paternalista, fomentando la autonomía a través
del desarrollo de sus habilidades y capacidades. Sin embargo, para trabajar con
personas dependientes es necesario valorarlas desde las dimensiones
bio-psico-social.
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